20 enero 2015

¿Puede una canción de amor salvar tu vida?


Después del amor, llega la obsesión. Y así como hace poco me declaraba obsesionada con Lana del Rey hasta el punto de no poder dejar de escucharla en ningún momento, ahora di rienda suelta a otra obsesión mía, siempre sanitas. Ya conté que me gustó mucho la película Begin Again hasta el punto de formar parte de mis diez películas favoritas del año que nos dejó. Bueno, una de las peores o mejores cosas que pude hacer en mi vida es incluir el soundtrack de ese film en la playlist de mi ipod. Pero lo más reciente es mejor.

Si bien ya había escuchado el tema Lost Stars incontable cantidad de veces, armé en mi iPod una lista con sólo dos canciones. Mejor dicho: una sola canción, dos versiones. Y sí, Lost Stars es esa canción.


Y saber que fue nominada al Oscar y que el 22 de febrero va a ser interpretada en vivo sólo me emociona más. Sí, soy la tonta que se emociona así, con películas, con música. Porque cuando digo que pongo Lost Stars en continuado no es que lo hago pero en algún momento dejo de prestarle atención, como para quedar de fondo. No, cada una de las cientos de veces que la he escuchado, me quedo prestándole atención a la letra, cantándola para mis adentros o, si estoy sola como sucede más seguido ahora en mi lugar de trabajo por las vacaciones, en voz un poco más alta. Y me emociono. Es así.



Ahora, ¿qué versión me gusta más? Difícil. Ambas me fascinan, como les dije, intercalo entre una y otra. Y depende de mi día, de mi momento, me gusta más una u otra. Aunque creo que me corro un poquitito más para el lado de la de Keira.

Lo cierto es que esta es la canción que más me ha acompañado en los últimos meses, que más conoce mis recorridos en colectivos o en cafeterías por la tarde, o cada rincón de la oficina en que trabajo.

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